El liderazgo no es para todos nosotros

El liderazgo es atractivo para la mayoría de nosotros. Sobre todo por sus ventajas y beneficios, su glamour. Sin embargo, siendo sinceros, la mayoría no estamos preparados para ser, al menos, líderes medianamente buenos. He descubierto que no es algo para todos, aunque aparentemente se puede enseñar y certificar con un diploma brillante.

Y una de las razones es que el liderazgo consume mucha energía personal (para los buenos, no para los que no lo son tanto). Una parte de esa energía se destina a las personas: colaboradores, compañeros, jefes, clientes, público, etc. Gestionar personas es cien veces más complejo que gestionar recursos y requiere mucha energía.

Por ejemplo, he visto líderes que prefieren no involucrarse en un proyecto de su área, porque calculan la cantidad de energía y tiempo que esta nueva actividad les exigirá (menos tiempo para el glamour…). He visto líderes delegar cosas importantes (energía de decisión), abandonar iniciativas (energía de actividades), resistirse al cambio (que, por cierto, es uno de los que más consume), no asumir responsabilidades ni rendir cuentas, etc.

No quiero decir que, como líderes, tengan que asumirlo todo. Para nada. De hecho, deben elegir sus batallas con inteligencia, porque su energía es finita. Pero elijan sus Midways y Waterloos (del lado del Duque de Wellington, por supuesto...). Me refiero a batallas épicas y transformadoras.

He aprendido de errores pasados ​​que elegir a sus líderes debe hacerse con sumo cuidado. No los nombre porque sea su siguiente paso natural. De hecho, es un paso antinatural. Deben identificar al menos capacidades básicas de liderazgo en ellos antes de asignarles responsabilidades. Si eligen bien, su organización prosperará. Si no, tendrán otra pérdida de energía como líderes, porque tendrán que cubrir esa falta de liderazgo.

Así que no sueñes con ser líder si no estás dispuesto a pagar el precio. El liderazgo no es para todos.